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01/04/2015

El Vía Crucis de la Familia ilumino el Monte Calvario


En una noche cálida y agradable, miles de tandilenses caminaron las estaciones del Calvario, en el Vía Crucis de la Familia.

En una noche cálida y agradable, miles de tandilenses caminaron las estaciones del Calvario, en el Vía Crucis de la Familia. Adultos, jóvenes y niños, junto a párrocos de las distintas iglesias, se mostraron emocionados con el mensaje de Jesús en una semana de recogimiento para la grey católica.
La movilización conocida como Vía Crucis de las Antorchas sigue sorprendiendo por su convocatoria, muy superior a cualquier otra marcha que surja durante el resto del año, sea cual fuere la consigna.
Las inmediaciones del monte, por avenida Monseñor de Andrea y calles aledañas, se mostraron colmadas de vehículos. Es que minutos después de las 20, muchos tandilenses ya aguardaban el comienzo de las oraciones para avanzar en procesión entre las piedras, a paso firme por los escalones de granito e iluminados con las velas.
El Vía Crucis arrancó cerca de las 20.15, guiado por canciones religiosas que ayudaba a la reflexión. Con los candelabros caseros a media altura, los fieles iban recortando sus sombras entre la penumbra de los eucaliptos. Ante ellos iban apareciendo las estaciones y, por cada una, una especial oración.
Pasadas las 21.30, entre los gritos de los estudiantes secundarios que ofrecían café y panificados, aún seguían ingresando familias que se agregaban a los últimos de la fila. Al mismo tiempo, los primeros en comenzar ya abandonaban el Calvario para dirigirse a sus casas y descansar, de cara al último día hábil de esta semana.
Al igual que en los últimos años, no hubo autoridades ni clérigos encabezando la caravana. La guiaron los grupos parroquiales, desde los micrófonos, y una cruz dorada que iba a tiempo con la lectura de las estaciones.
Los religiosos iban mezclados entre la gente, caminado con aplomo. De tanto en tanto, se apartaban del camino para confesar a algún feligrés, en un acto que seguía siendo tan íntimo a pesar de la multitud.
Muchos padres caminaban con sus pequeños hijos en andas, movilizados por la fuerza de la fe al subir las marcadas pendientes serranas. En esos momentos, los reconfortaban las reiteradas reflexiones del papa Francisco que sonaban por los parlantes y los pedidos por el bienestar de todas las familias argentinas, renovando la esperanza.
Muchos hijos ofrecían sus brazos en apoyo a los padres. Esos adultos mayores, con pasos temblorosos, provocaban tanta emoción como los niños pequeños que luchaban con la altura de los escalones desparejos.
Aquellos que arribaban a la cruz aguardaban rezando, sentados en los bancos o sobre las piedras. Algunos intentaban reencontrarse con sus seres queridos, que seguían en procesión, y otros simplemente intentaban alargar ese momento de paz compartido con muchos otros.
Es que algunos metros más abajo ya aguardaba el folclore de las tortas y el café de los estudiantes, los ruidos de los escapes libres de las motos y las luces amarillas de la extensa avenida. Otra escena del contraste que Tandil ofrece cada Semana Santa, como el de la fe y las ferias, el de los feligreses y los turistas…

Fuente: El Eco Digital

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